Había una vez un sanjuanino nacido en Estados Unidos llamado William Sill. Muchos ven su nombre en el Valle de la Luna, porque como paleontólogo y geólogo fue un impulsor de la puesta en valor mundial de Ischigualasto. Podría decirse que es el “padre” del famoso Parque, porque sin él no sería Patrimonio de la Humanidad. Así de grande era el amor de mister Sill por San Juan que dejó, literalmente, enterrado aquí su corazón.
Este breve relato introduce un hecho fenomenal que se dará en los próximos días, cuando parte de los restos de William Sill sean reubicados dentro del predio lunar que visitan, como él soñaba, miles de turistas al año.
Para tamaña ceremonia volverá a San Juan su hijo, William Sill Junior, o Bill para quienes lo conocen de cerca, que presenciará este reconocimiento junto a su familia. En medio del trajín de volver adonde pasó su infancia, recordó desde Texas cómo fueron esos días vertiginosos junto a su progenitor, ese científico aventurero, atesorador de fósiles, que quería crear una cosa de otro mundo en ese rincón vallisto. Y lo logró.
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